Después de leer el artículo Los herederos de Berta Cáceres, comencé
a dar cuenta hasta qué lo mucho que algunos activistas estaban dispuestos a
sacrificar por sus creencias. Berta Cáceres, una mujer indígena del pueblo lenca,
y fundador del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de
Honduras (Copinh) luchó durante más de una década contra la construcción de la
presa de Agua Zarcas, fue asesinada hace más de un año. Sin embargo, según el
artículo, sus hijas, especialmente su segunda hija, Bertha Zúñiga Cáceres, han
recogido la antorcha de su madre en resistir los esfuerzos de la empresa hondureña,
Desarrollos Energéticos S.A. (DESA). Para Zúñiga y la nación lenca, la presa, que
“[secaría] el Gualcarque, un río sagrado para ellos, representa una violación
directa de sus libertades civiles, y como un libertario, tengo mucho respeto
por su veracidad y causa. No obstante, siento que este asunto indique algunos
ciertos aspectos de la sociedad hondureña; su reputación extremadamente
violenta, su historia de corrupción, y la posibilidad de que el empleo legítimo
pudiera reducir este derramamiento de sangre.
El
nivel general de violencia y los ataques contra la población
indígena en Honduras no son nada nuevo para mí. De acuerdo con la Oficina de
las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Honduras se ocupa el
segundo lugar con respecto a la tasa de homicidios, y su ciudad de San Pedro
Sula, hogar de una guerra entre la MS-13 y la Calle-18, ha sido clasificado
como “el ciudad capital mundial de homicidios” hasta el año pasado. En otras
palabras, Honduras ha mantenido un repertorio de la matanza. Además, Zúñiga
afirma que encontrar un sicario, y con un sistema de justica, diciendo que “no
le sorprende [que]” asesinatos como ese de su madre “solo muestro señales de
continuar con impune”. Sin duda, demasiados hondureños están implicado en una
carrera de crimen.
Desde
luego, mucha gente, incluyendo Zúñiga Cáceres, tienen sospechas de DESA, y
puede que la empresa orquestara su asesinato, como “el expediente fue robado
dos veces y la fiscalía lanzó acusaciones sobre luchas de poder internas en el Copinh”.
Desafortunadamente, en términos de los derechos de los indígenas, tiene sentido
que existen obstáculos legales en el caso de Berta Cáceres, pero todavía me
pregunto; si los indígenas de Honduras tuvieran los derechos iguales en la cara
de la ley, ¿funcionaría mejor el sistema de justicia? ¿Podría ser posible que
la administración de DESA sobornara algunos de los funcionarios en retrasar el
caso? Después de todo, “donando” dinero a los políticos a cambio de los favores
es tan común como es legal en la mayoría de las Américas, incluyendo los
Estados Unidos. Si es fácil comprar un homicidio, entonces debería ser
igualmente fácil comprar un legislador o un juez. Me parece extraño que la
corrupción corporativa no se vea significativa en este caso de asesinato.
Finalmente,
siento que, mientras la misión de Zúñiga Cáceres es ambos noble y respetable,
su esfuerzas no sean seguros, al menos en un país tan peligroso como Honduras.
En una nación en desarrollo donde las únicas oportunidades económicas se
encuentran entre una vida del delito o por utilizando los recursos naturales,
puedo entender por qué Berta Cáceres había hecho enemigos durante su carrera. Aunque
Berta esperaba que el pueblo lenca “[se defenderá] ante la ley y [contra] el
poder de las empresas”, a los ojos de algunos hondureños, por demostrando
resistencia a la presa de Agua Zarcas, les parecía que se resistía el progreso
creado por los empleos y las oportunidades de inversión. Naturalmente, Cáceres
y sus hijas no realmente han estado defendiendo la prosperidad de su país, pero
porque la economía hondureña no se ha desarrollado a un grado en que pueden
utilizar los recursos renovables más a menudo, ambos de los empresarios y
algunos de los ciudadanos lo vieron así.
Personalmente,
me da esperanza en el futuro de Centroamérica que existen los líderes que están
dispuestos de arriesgar sus vidas para proteger a las libertades civiles de sus
vecinos. Sin embargo, considerando los peligros restantes de ser un activista
comunitario en Honduras, yo sugeriría que las hijas de Berta Cáceres y todos
miembros de Copinh se cuidarán también. Incluso Zúñiga admite que “Ser hija de
Berta Cáceres a veces era muy agobiante. Era tan frecuente el peligro, que se
volvió normal vivir así”, pero en mi opinión, vivir con miedo no debe ser
"normal".
Preguntas de Comprensión:
- ¿Cuáles son algunas de las razones por las que Berta y sus herederos siempre han estado en peligro? ¿Quién podría haberles dirigido?
- ¿Por qué algunas personas, como Zúñiga Cáceres, están dispuestas a poner su vida en peligro por algo tan simbólico o subjetivo como un río?